Ángel Romero y José Nieto. «les camps» El activo efecto de la memoria silenciosa.

Ángel Romero y José Nieto. Campo de Noe 30000 refugiados. De la serie les camps. 2015
Ángel Romero y José Nieto. Campo de Noe 30000 refugiados. De la serie les camps. 2015

Aquello a lo que normalmente llamamos tiempo no es un tiempo real, sino fruto de una interpretación. Una interpretación a cargo de un sujeto comunicacional que reduce al lector a un ser pensado y lo incapacita para asumir el estudio del pasado histórico desde una perspectiva crítica. Los lenguajes tienden a ocultar a través de la mediatización y espectacularización los distintos acontecimientos de la historia, reduciendo su transcendencia a mera anécdota engullida por la época en la que tuvieron lugar. La interpretación histórica tiende a construir pasarelas cuyo fin es conceder cierta distancia de seguridad al lector, con respecto a la concepción de realidades humanas por un lado y, en lo referente a la transcendencia humanística de los hitos históricos por el otro, reduciendo estos a datación y numerología estadística. El primer caso tiene su materialización en la novela histórica o la propia del cine documental que mezcla escena dramática con narración pedagógica. La segunda es la propia del tratado de historia. Es función principal del arte revelar el lenguaje del subtexto que ha sido ocultado por los distintos mecanismos de interpretación.

Ángel Romero y José Nieto. Campo de le Vernet. 90000 refugiados. de la serie les camps. 2015
Ángel Romero y José Nieto. Campo de le Vernet. 90000 refugiados. de la serie les camps. 2015

En «les camps» José Nieto y Ángel Romero fotografían los emplazamientos donde estuvieron situados los campos de refugiados y de concentración a lo largo de la frontera francesa con España en el conflictivo periodo que abarca desde 1936 hasta 1946. Las fotografías aparecen desgajadas de cualquier identificación con su pasado excepto una cáustica indicación del nombre y el número de refugiados que contuvieron. Obviando datos comunes como fechas, nacionalidad de los refugiados, anécdotas o citas de la época. La vaguedad de la información obliga al espectador a buscar en las imágenes aquello que le permita completarla. Y es precisamente en este ejercicio de asimilación donde reverberan los datos que en la propia memoria yacen aletargados despertando ante un paisaje que, ahora sí, se hace contemporáneo al momento de contemplación.

Ángel Romero y José Nieto. Campo de Saint Cyprien, 80000 refugiados. de la serie les camps. 2015
Ángel Romero y José Nieto. Campo de Saint Cyprien, 80000 refugiados. de la serie les camps. 2015

Así la percepción de la historia se vuelve oblicua a la imperante línea temporal. La totalidad histórica es liberada en favor de una concepción del tiempo libre de interpretaciones y cargadas de una sensibilidad silenciosa. Los paisajes fotografiados sirven de llamada muda a unos hechos que marcaron una zona. Marca que permanecerá viva a pesar de las transformaciones del paisaje que sirvió de escenario, donde los pocos vestigios del pasado han sido reducidos a pequeñas construcciones o imperturbables elementos paisajísticos. La capacidad limitada de estos pocos elementos para recordar, en su calidad de testigos callados e inalterables, los acontecimientos que ocurrieron en un lugar y época determinados, evidencian que cualquier ejercicio de connotación historicista va en contra de la naturaleza, que en su neutralidad, tiende a olvidar.

Contra este mecanismo de olvido natural aparece el homenaje, el memorial, la placa, el obelisco, el templete, la antorcha, el ramo de flores o cualesquiera de las construcciones o intervenciones sobre el terreno que sirviera de escenario al acontecimiento traumático. Este recordatorio puede no ir más allá de provocar un suspiro profundo, una reverencia fisiológica del espectador al cambiar su ritmo respiratorio. Ahora bien, independientemente del grado de conocimiento o implicación en los hechos a los que se haga referencia, este ejercicio de memoria carga sobre los objetos usados una cantidad de información para la que tarde o temprano su fisicidad resulta insuficiente.

En cierto sentido, este tipo de fetichización tiene como fin sintetizar el recuerdo e impedir su disipación en el medio, el paisaje del recuerdo. En «les camps» se rechaza este dispositivo del recuerdo para ejercer sobre el paisaje mismo, ya transformado y carente de vestigio alguno de lo ocurrido en ellos una acción directa de memoria. Solo una información mínima es capaz de cargar la imagen de un sentido histórico, pero como memoria viva y activa en la distancia temporal entre los dos acontecimientos, el instante contemporáneo del disparo fotográfico y el pasado al que sirve de marca. En todo caso si algo nos debe quedar claro es que solo el ser humano puede recordar su historia.

Pepe Álvarez