Base del margen.

Desde el margen, alejados de  todo  centro, sin conexiones ni posibilidades de alcanzar un camino mínimamente bien establecido que drene las frescas creaciones céntricas, su viva motilidad, intensión y originalidad, de inmediatez y primacía. El margen se alimenta de los restos masticados, ajados, polutos y contaminados en el transcurso del camino recorrido desde su creación.

El margen se nutre de la bibliografía olvidada, descatalogada, marginada y alienada; donde no miran cátedras ni colegios, el margen son los restos entrópicos repletos de cuanta información han tocado y vaciados de todo contenido original. El margen no rinde cuentas con nadie, nada debe, es buscador incansable de conexiones fuera de tiempo y lugar.  Sin geografía ni época, sin era ni  maneras, sin línea temporal. El margen es libre, es el vacio, la nada acechante desde un nolugar, desde un notiempo, contenedor informe capaz de conectar toda información de forma natural y simple.

Desde el margen los puntos son infinitos y siempre se ve el centro, desde el centro la visión es panóptica, pleno de convicciones ingenuas, positivas e ideológicamente fuertes.  El margen es multireferencial y heterogéneo, en el camino hacia su extremo,  el centro se descompone en millones de elementos polivalentes cada uno con su flujo independiente, para recomponerse, en  mero azar, en una visión continua, rizomática, proteica  e invencible.

Desde el margen entendemos que toda racionalidad debe debilitarse en su mismo origen y que una inmensa cantidad de mensajes emitidos por la tradición deben de ser sometidos a nuevas lecturas. El margen huye como de la peste de la verdad científica que sólo muestra la esfera de afirmaciones verificables por pruebas. Se acoge, por el contrario, a la verdad como el juego de ocultamientos y desvelamientos dictado por Heidegger.

Matt Saunders, imagen y sentido.

Si la fotografía tiene como ventaja con respecto a la pintura el poder materializarse en múltiples formatos y sobre distintas superficies  en infinitas ocasiones. Matt saunders 1974 explora y explota estas posibilidades hasta el punto que el simple hecho de pensar en la frontera existente entre las dos prácticas quede fuera de lugar, apartados a los juegos dialécticos que los historiadores de arte usan para escapar del aburrimiento.

 

Pero algo más que límites y fronteras entre prácticas artísticas laten en su obra, una belleza que vibra presentada con la contundencia y la autoridad que ofrece algo captado en un momento dado de la caótica y azarosa realidad.  Un momento clavado para nuestra contemplación en paneles retroiluminados que nos transportan, en una exaltación epifánica, a los límites, no ya entre formatos artísticos, sino entre arte y vida. La misma vida desestructurada y despedazada que parecen mostrar los personajes fotografiados en su obra, más o menos concientes de ello en un medio hostil.

 

Una realidad ésta captada con un ojo extremadamente audaz y sensible que usa la luz como pigmento para hacer que sus imágenes emerjan del soporte como si de una pintura matérica se tratara, organizando, en un ejercicio de conciliación, el espacio y el tiempo de sus imágenes con los ritmos naturales de los que surgen.